Un electroimán no es más que un tipo de imán descubierto por el físico danés Hans Christian Ørsted (1819). Se trata de un trozo de hierro dulce o ferrita (carente de impurezas) en el que se enrrolla un trozo de alambre conectado a un circuito eléctrico (por ejemplo una pila de petaca), de manera que al conectar dicho circuito se genera una corriente eléctrica por el cable que provoca que el hierro dulce se comporte como un imán. Una vez interrumpamos la corriente eléctrica desaparecerá consecuentemente el campo magnético (el efecto imán).
Algunas de las aplicaciones de los electroimánes son: frenos y embragues electromagnéticos de vehículos, timbres, zonas de reciclado (para separar metales de no metales), altavoces, motores eléctricos...
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