Hemos podido leer en un artículo de elpais.com como desde la Comisión Europea, concretamente la comisaria de Educación, Androulla Vassiliou, manifestaba su preocupación por la reducción de la inversión en materia educativa que ha presentado el Gobierno Español y sus Comunidades. Este problema se agrava si observamos las cifras de fracaso escolar en el país,un 31,2% (sólo superada por Portugal y Malta).
Si la estrategia, acertada en mi opinión, de la Unión Europea en su conjunto es buscar la eficiencia, la productividad y el uso de nuevas tecnologías como medio para resultar competitivos frente a las potencias emergentes, el índice de fracaso que atesoramos y reducciones presupuestarias no parecen la mejor opción y nos condenan a sufrir carencias presentes en el futuro. La propia Comisión estima que en años venideros más del 80% de los trabajos requerirán niveles de calificación medios o altos, o lo que es lo mismo, entre todos los que no estudien o se especialicen se repartirán un minúsculo trozo de la tarta del empleo (sobre un 15%).
Es necesario decir que el error no es sólo a nivel de Gobierno, las propias Comunidades son responsables de la mayor parte de esos gastos y, por lo tanto, de sus recortes. Y, en ese punto debemos diferenciar unas Comunidades de otra. Algunas como País Vasco y Navarra presentan datos próximos al 15%. En el otro extreme queda Baleares, con más de un 40%, Murcia y Andalucía, con un 38%. Estos datos están influenciados por factores tan trascendentales como el porcentaje de alumnado inmigrante pero resultan llamativas.
Finalmente un dato alarmante. Según cita elpais.com, dejar los estudios puede suponer al alumno dejar de ingresar en torno a un millón de euros a lo largo de su vida profesional.
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